lunes, 3 de octubre de 2011

Adios Oporto ¡Hola Óbidos!

Nos vamos de Oporto. Llegamos a Óbidos
Definitivamente esta es la última entrega de la expedición a la vecina Portugal.
60 horas de estancia han dado para tres artículos y esto se está pareciendo a un coleccionable de primeros de otoño del PlanetaAgostini.
Vamos a salir de Oporto e iremos a Óbidos, en el centro-oeste geográfico de la Lusitania.
Echaremos de menos los escaparates de los "armazéns" ofreciendo embutidos, quesos y pescados encurtidos, y la común historia que nos unió durante la invasión napoleónica a comienzos del XIX.
Recordemos un poco aquella etapa en la que nos erigimos capital de las Españas.
A poco del alba del 29 de marzo de 1.809, la artillería del mariscal Soult, comenzó el bombardeo de las murallas de Oporto. La precaria construcción de algunos lienzos, produjeron boquetes enormes por donde las tropas francesas entraron con pasmosa facilidad, empujando a los portugueses, militares y civiles, hacia la orilla del Duero.
El mariscal Soult protagonizó una auténtica carnicería disparando contra ancianos, mujeres y niños que aplastaron en las calles de acceso al río. Los que pudieron huir hacia la ribera se precipitaron sobre el puente de barcazas que cruzaba a Vila Nova da Gaia. La fragilidad de este puente y el exceso de peso provocó su hundimiento y la muerte de centenares de portuenses. A pesar  de la catástrofe, las tropas imperiales siguieron bombardeando a la población, alcanzando un balance de  unos 7.000 muertos causados por la metralla y las aguas del río.
El mismo día de la hecatombe de "Las Alminhas da Ponte", zarpaba de Cádiz una flota con los prisioneros franceses de la batalla de Bailén donde Castaño le dio más de un cosqui al General Dupont (Este pollo, después fundaría una fábrica de mecheros güenos), con rumbo a Menorca y Cabrera, donde al cabo de cinco años habían muerto a consecuencia del hacinamiento (Llegaron unos 7.000, curiosa coincidencia) unos 3.200 prisioneros de la Grande Armée. (Sobre la exactitud de la fecha y el número de prisioneros existen distintas versiones, que a mí me la sudan, pues lo que trato de dignificar aquí es la lectura moral de la historia reciente de los pueblos portuense y gaditano y su nexo).
Ya estamos navegando por la autoestrada A8 rumbo a la población amurallada de Óbidos, que nos ha sido recomendada por varias fuentes.
Telegráficamente: A quien le guste las piedras ordenadas, haya jugado con el castillo de Famóbil, las tiendecitas de artesanía y las viejecitas con bigotes (Al parecer es un tópico típico entre las mujeres lusas de cierta edad), deben organizarse una excursión con o sin hermanas ursulinas a la villa de Óbidos, sin dudarlo. Les encantará por pintoresca y amabilidad de sus habitantes, pero a lo que yo voy es a la gastronomía de la "vila" que tiene un par de ofertas, de las cuales tuvimos que inclinarnos hacia una de ellas y recayó en "A Ilustrre Casa De Ramiro", bonito escenario y excelente expresión culinaria de la zona. 
Impecable servicio, inmejorable vinho "Companhia Agricola do Sanguinhal Quinta das Cerejeiras Reserva Tinto, Óbidos" de 2004, de impecable cata y buena comida en general sin llegar a la gratuidad de la tirada de cohetes de la alcalda desde el Castillo de Sta. Catalina.
Unos entrantes aceptables seguidos de caldo verde (caldo vegetal donde el perejil tenía tribuna numerada y balcones  a la calle), "gaspacho" (curiosa molturación de tomate, aceite, gota de vinagre y mijita de pimiento)
y unos segundos constituidos por arroz de pato (más arroz que pato y este, debía tener cierta confianza con el granjero, dada su ausencia de enjundia)
"Lulas Estufadas" que se quedaron en chipirones con tomate y papas cocidas
y un "Bacalhau Gomes de Sá" ajustado literalmente a la afamada receta lusa y que se gestiona de la siguiente manera:
Unas piezas de bacalao desalado convenientemente que se cuecen junto a unas papas cascadas, en cantidad semejante al pescado, y que se deben sacar a los 5 minutos de iniciar el hervor, porque si lo dejamos más tiempo se reseca y queda con la misma gracia que el peperiano González Pons (Criaturita), y  a las papas le damos moratoria institucional y se sacan a los 15 minutos o cuando estén blandas. Al bacalao de González Pons(Que grasioso), se le  limpia de pieles y espinas y se deshoja. Papas y bacalao pasan a una cazuela de barro güeno, donde reciben un bautizo generoso de aceite de oliva virgen, uno huevos duros cortados en rodajas, unos aros de cebolla, perejil picado y azeitonas pretas (Aunque lo parezca no son aceitunas cargaditas de aceite y apretadas como un paquete de tizas, son aceitunas negras, sin más, y no se llaman "perlas del Guadalquivir"). Se introduce la cazuela al horno y cuando todo esté doradito, se zarpa con rumbo a la mesa.


Este plato es típico del país vecino y constituye uno de los pilares de los llamados MataHambres. Llena como la final del Falla y te hace feliz como a Pepe Monforte una olla de menudo y un cundi crujientito.
Unos bagazos, dos cafés y hacia el sur de la marca hispánica, mientras se recuerdan aquellos buenos tiempos en los que comer y visitar Portugal significaba una satisfacción para el paladar, los sentidos y la tarjeta del TeLaMetoBank.

Y mañana te montas en el cochecito y te vas a comprar toallas a Vila Real de Santo Antonio.......................con un bocadillo de chopelpol y con dos cojones.

0 comentarios:

| Top ↑ |